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En un galpón, solo con lápiz y papel: la increíble historia de cómo nació el primer auto eléctrico en Argentina

Sero Electric es una automotriz que se dedica a la producción y comercialización de vehículos 100% eléctricos, limpios y buenos para el medio ambiente

02/01/2022

os me decían que estaba loco. ¿Cómo iba a desarrollar un auto en Argentina cuando se necesitan no menos 150 millones de euros?". En un galpón, solo con lápiz, papel, sin proveedores, ni antecedentes nació el primer auto eléctrico del país y Sudamérica. Esta es la historia de Pablo Naya, un soñador que gracias al consejo de Juan Manuel Fangio se evitó un gran dolor de cabeza y le abrió las puertas al mundo del automovilismo.

Sero Electric es una automotriz que se dedica a la producción y comercialización de vehículos 100% eléctricos, totalmente limpios y buenos para el medio ambiente. Es la primera fábrica de autos eléctricos de Sudamérica y nació como una epopeya lograda por una empresa familiar del partido de Morón que decidió innovar y crear un producto de exportación cuando todos creían que era una locura.

Sus comienzos

 

Pablo Naya, fundador de Sero Electric, hizo sus primeros pasos en el mercado laboral trabajando en ventas de abrasivos, donde se desempeñó un tiempo hasta que pudo abrir propia fábrica de iluminación.

 

"Empezamos muy de a poco fabricando una lamparita, contratando gente y creciendo", recuerda Pablo. A pesar de dedicarse a otra rama de la industria, tenía puesto el foco en lo que desde muy chico había sido su pasión. "Siempre me gustaron los autos y más que nada la parte mecánica. Ya desde los 12 años se despertó mi pasión cuando mi papá se compró un Citroen 2CV. Al poco tiempo se lo chocaron, yo lo desarme y lo arreglé con solo 14 años", cuenta.

La ayuda del más grande

 

Cuando tenía 28 años se da la quiebra y cierre de la Fábrica IES que se dedicaba a la producción IES 3CV, una versión del modelo de Citroen.

"Habían cerrado pero estaban en condiciones de ponerla en funcionamiento. Con un grupo de gente hicimos la gestión para ponerla reabrirla", explica. Lograron que el síndico que tenía a cargo la fábrica los recibiera y les permitiera armar un plan para rearmar la fábrica y Pablo quería que Citroen les permitiera usar la marca.

Para lograr el contacto con la firma francesa, que no se encontraba en Argentina, intentó pedir ayuda: "Una de las personas que me ayudó fue Juan Manuel Fangio", afirma Naya, quién recuerda que el piloto lo recibió en Balcarce, escuchó su propuesta y lo puso en contacto con un director de automotriz.

"En la reunión me comunicaron que deje el proyecto industrial porque Citroen tenía la intención de venir a la Argentina a producir y no nos iban a dar apoyo y que en cambio, nos pongamos como concesionario", explica. Esta noticia resultó ser una decepción para Pablo ya que su sueño se esfumó justo cuando estaba a punto de volverse realidad. A pesar de esto, decidió seguir el consejo de la marca y se puso un concesionario junto a Cosme Vigliarolo, actual socio en Sero Electric: "Crecimos con Citroen pero Pablo se cansa rápido y siempre quiere hacer algo más", explica Cosme.

Nace un sueño

 

Ser dueño de la concesionaria oficial Citroen le permitió a Pablo viajar a Europa en varias oportunidades y en 2010, en uno de esos viajes, pudo visitar el salón de París.

"Allí conocí a un italiano que estaba exhibiendo un vehículo que era muy similar a nuestro actual Sero". recuerda. Pablo y Cosme tuvieron la posibilidad de probar ese auto eléctrico y la experiencia los dejó impactados a tal punto que tiempo después se animaron a producir su propio diseño.

"Era un vehículo mecánicamente muy parecido a un Citroen 3CV y eso me llevó a pensar que se podía producir en Argentina. También pensé que era un producto totalmente distinto por lo que no competía con ninguna automotríz", argumenta.

Cuando volvió al país y lo comunicó a su familia lo trataron de loco. "Considerábamos que no era una idea muy factible por la dimensión del proyecto y el tipo de producto que quería fabricar. Obviamente hubo dudas de todo tipo", cuenta Guadalupe Naya, hija de Pablo y actual coordinadora de Marketing de Sero Electric. A pesar de las dudas, en 2012 Pablo y Cosme comenzaron a dar forma a su sueño bocetando un primer prototipo. "Nació como un vehículo con papel y lápiz nada más", recuerda.

Un proyecto enorme

Recién en 2014 pudieron terminar el primer prototipo de estructura y unos meses después, uno mecánico

 

"Comenzamos en un galpón detrás de la casa de Pablo. Empezamos a ver piezas y diseñarlas muy paulatinamente". explica Cosme. Tuvieron que investigar el mercado para encontrar qué materiales y repuestos podían usar e incluso debieron fabricar sus propias máquinas y herramientas para adaptar las piezas, lo que resultó todo un reto para dos emprendedores con un presupuesto acotado.

"En la industria automotriz desarrollar un vehículo son 150 millones de euros, lo que era imposible para nosotros", explica Pablo. El proyecto que arrancaron en 2012 se estaba volviendo imposible, cada paso que daban significaba un escollo. "No existían proveedores y la gente que visitabamos nos trataba de locos", reconoce.

Recién en 2014 pudieron terminar el primer prototipo de estructura y unos meses después, uno mecánico. "Tuvimos que hacerlo andar con baterías de lo que había en el mercado porque acá no se conseguían las que nosotros necesitábamos", señala.

Fue una etapa compleja pero de mucho aprendizaje y así como muchos les cerraron puertas hubo quienes apostaron al proyecto y decidieron acompañarlos. Así fue como Dario Gaggegi, de Motores Dafa y Marcelo Van Zandweghe, de Baterias VZH, se sumaron al proyecto con el desafío de desarrollar y proveer dos piezas claves para Sero Electric y esto fue posible porque vieron en Pablo a un emprendedor dedicado 100% a su proyecto.

Sacar el auto a la calle

 

Una vez que consiguieron todos los elementos necesarios para empezar a producir, buscaron comercializar sus vehículos en áreas privadas.

"Es un mercado muy pequeño donde pudimos vender una cantidad que nos permitió seguir subsistiendo. Aún no teníamos reglamentación para transitar en la vía pública", explica. La categoría de este tipo de vehículos existe en Europa desde 1975 pero en Argentina no existía y por esa razón, desde 2013, comenzaron a pedir que se pudiera reglamentar en el país.

Lograron presentar su proyecto y tener diversas reuniones con miembros del gobierno pero en 2015 el cambio de mando político los obligó a volver a empezar con el trámite burocrático.