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Federer, el veterano que detiene el tiempo en Wimbledon y juega a la velocidad de la luz

Con casi 36 años, el suizo tiene el All England a sus pies y mañana ante Cilic, buscará su octava consagración sobre el mítico césped británico; "la final no será más fácil sin Nadal, Murray o Djokovic", advierte

15/07/2017

ONDRES.- Son casi 15.000. Casi 15.000 personas que hacen lo mismo: aplaudir, chillar, silbar, saltar. En definitiva, emocionarse. Mujeres británicas de la tercera edad con coquetos sombreros, pulseras y apliques brillantes. Adultos orientales con remeras de color rojo y blanco, y modernas cámaras fotográficas colgadas del cuello. Niños vestidos de tenistas y con gorras de iniciales RF. Señores de saco y corbata, con copas de champaña en las manos. Jóvenes con remeras de bandas de rock y tupers llenos de sándwiches de miga y ensalada. Hasta los policías descontracturan sus semblantes. Religiones, edades, clases sociales, políticas, nacionalidades. Nadie se resiste a Roger Federer . Todos se rinden ante el hombre que detiene el tiempo con su raqueta. Es un momento dorado; todos lo advierten, lo gozan, lo atesoran. La Catedral se rinde a sus pies. A menos de un mes de cumplir 36 años, el suizo alcanza la final de Wimbledon , que en su caso será la undécima (ganó siete). Ni siquiera los escopetazos de Tomas Berdych , que terminó con 31 winners y 9 aces, pudieron tumbarlo. El 7-6 (7-4), 7-6 (7-4) y 6-4 del actual número 5 del circuito ante el checo, en dos horas y 18 minutos, es el final de una tarde agitada e incómoda para Federer. Pero no por ello sin brillo, sin exquisitas pinceladas, sin saques hirientes.

"Estoy de nuevo en la final de Wimbledon. Es increíble lo que estoy viviendo", reconoce Federer ni bien deja el court central. Todavía está sudado, agitado. Tiene los ojos encendidos. Es feliz. Es agradecido. Disputará su 29ª final de Grand Slam; tiene el récord, claro (lo sigue Rafael Nadal , con 22). Con 35 años y 342 días, es el segundo más veterano en llegar a la definición de Wimbledon desde Ken Rosewall, con 39 años y 246 días, en 1974. Lleva 27 sets ganados consecutivamente: los diez en el ATP de Halle y los 17 en Londres (en la primera rueda, Alexandr Dolgopolov se retiró cuando perdía el segundo parcial).

Nadal en 2008, Novak Djokovic en 2014 y 2015. El español y el serbio fueron los únicos capaces de derrotar a Federer en finales de Wimbledon. Los únicos capacitados para romper ese vínculo natural que el helvético posee con el césped británico, sobre todo con el del court central. Sucede que Federer, el hombre que si no fuera por los shorts y la raqueta se confundiría con un bailarín clásico, tiene una complicidad inédita con la superficie más traicionera del tenis. Donde la mayoría se patina, él se adhiere; donde la mayoría sufre por los piques inestables, él los lee con precisión. Ganó Wimbledon por última vez en 2012, ¿se sentirá preparado para volver a hacerlo, para levantar el trofeo dorado por octava vez? "Siento que estoy listo. He jugado buenos partidos aquí desde mi victoria en 2012. Jugué un gran 2014, 2015. El año pasado fue especial (cayó en las semifinales). Estoy feliz de estar en ese nivel otra vez (.) El césped es tan natural para mí, que no lo sé. Estoy, realmente, muy contento".

Federer está jugando a la velocidad de la luz. Asfixia a sus adversarios. Los arrincona, los frustra y los mastica. Cuando intentan intimidarlo, se defiende sacando con efectos antinaturales o inventando muñecazos y passing cinematográficos. Tiene al público en su favor y se sostiene en él cuando se siente incómodo. Parece estar apurado, ansioso, pero en realidad busca economizar su energía al máximo. Lo fabuloso es que lo hace sin perder el pulso, sin desestabilizarse.

Federer jugará otra final de Grand Slam y no será ante Nadal, Djokovic ni Andy Murray, los hombres que completan los fabulosos cuatro. Será el croata Marin Cilic , que superó al estadounidense Sam Querrey por 6-7 (6-8), 6-4, 7-6 (7-3) y 7-5. No será su primera final en un grande para el balcánico, que conquistó el Abierto de los Estados Unidos en 2014. En ese mismo torneo, en las semifinales, se registró su única victoria ante Federer en siete enfrentamientos. "La final no será más fácil sin Rafa, Andy o Novak. No será más relajado entrar. Pero no hemos jugado unas 30 veces", apuntó Federer, que si gana el título este domingo ascenderá al número 3 del ranking. Cilic, que tiene como entrenador a un ex campeón de Wimbledon como Goran Ivanisevic ("Fue un ídolo en mi infancia y en Croacia todos recuerdan donde estaban el día que ganó Wimbledon en 2001"), logró sobreponerse al golpe que significó, a fines del año pasado, perder la final de la Copa Davis frente a la Argentina, en Zagreb.

Inevitablemente, Cilic sabe que el favoritismo no estará con él. Como si fuera un cuento fantástico, Federer pretende seguir sumando capítulos mágicos a su carrera y el público lo celebra. Muchos temieron que, luego de haber interrumpido su temporada 2016 debido a los problemas físicos, el final de la vida deportiva de Federer se acercaba. Sin embargo, una vez más, se reinventó. Ganó Australia y los Masters 1000 de Indian Wells y Miami (y, también, Halle). Hasta él mismo está sorprendido.

¿Cuánto tiempo más de Federer habrá en el tour? "La salud tiene un papel importante al momento de tomar decisiones, sin dudas -asevera-. A medida que avanzo, voy a ser muy cauteloso de lo mucho que voy a jugar. Luego, por supuesto, son discusiones que tengo siempre con mi esposa (Mirka) sobre la familia, sobre mis hijos, todo el mundo está feliz en las giras, estamos felices de hacer las valijas e ir de gira por cinco, seis, siete semanas. ¿Estamos dispuestos a hacer eso? Por el momento, parece que no hay ningún problema, lo cual es maravilloso. El éxito en cierta medida también es clave para permanecer. Este torneo, una vez más, me ayuda a permanecer en el camino más tiempo. Pero no he tomado ninguna decisión sobre hasta dónde avanzar y tampoco viendo los Juegos Olímpicos de Tokio (2020) o algo así. No lo he hecho". Algo está claro: el día que se retire, el tenis continuará desarrollándose, pero ya no será igual.